En un mundo donde cada vez hablamos más de salud mental, autoconocimiento y bienestar emocional, es fácil caer en la idea de que todo se soluciona con terapia. Y aunque como psicólogo en Valencia soy un firme defensor del acompañamiento terapéutico, también creo que hay que saber reconocer cuándo no es necesario dar ese paso. Porque no todo malestar requiere un diván, ni toda inquietud necesita ser diseccionada en consulta.
Hay momentos en los que sentimos algo de tristeza, de duda, de miedo o de agobio, y eso no significa que haya un problema profundo. Sentir malestar es parte de estar vivo, y no siempre se traduce en una patología o en una necesidad de intervención profesional. A veces lo que necesitas es tiempo, silencio, una conversación con alguien querido, o simplemente, dejar que las cosas pasen.
El mal día no necesita diagnóstico
Hay días en los que todo parece salir mal. Te levantas torcido, discutes con alguien, pierdes el metro, y sientes que el universo te está empujando al borde. Pero ese día no define tu vida. Un mal día es solo eso: un mal día. Y correr a terapia para entender por qué te sientes así puede ser tan innecesario como angustiante.
A veces solo necesitas una ducha larga, una comida rica, una serie que te haga reír o una buena noche de sueño. La mente, como el cuerpo, también se cansa. Y no todo agotamiento emocional requiere una sesión terapéutica. Aprender a diferenciar entre lo que es transitorio y lo que es persistente es clave para no psicopatologizar lo cotidiano.
Las emociones no siempre necesitan ser intervenidas
Estar triste porque has perdido algo, estar nervioso antes de una entrevista o sentir rabia ante una injusticia no son motivos automáticos para buscar ayuda profesional. Las emociones son reacciones normales ante experiencias humanas. Intentar vivir sin ellas, o querer gestionarlas todas con herramientas terapéuticas, puede hacer que desconfiemos de nuestra capacidad natural de regularnos.
A veces, lo que necesitas no es entender por qué te sientes de cierta forma, sino permitirte sentirlo sin miedo. Llorar, gritar, escribir, hablar contigo mismo. Sentir no es un problema. El problema es cuando esas emociones se enquistan, se repiten sin explicación, o te impiden vivir tu día a día. Ahí sí, quizá sea el momento de consultar. Pero mientras tanto, está bien sentir, sin necesidad de intervenirlo todo.
La ayuda no siempre tiene forma de terapia
Hay personas que, ante una crisis, lo primero que piensan es en pedir cita con un psicólogo. Y eso no está mal, pero tampoco es la única opción. La ayuda puede venir de una charla con un amigo, de un paseo por la montaña, de una canción que te abra el pecho, de una actividad que te reconecte con lo simple.
También puedes apoyarte en recursos como la escritura, el arte, el movimiento o la espiritualidad. Cada persona tiene formas distintas de regularse, y conocer las tuyas es parte del autocuidado. No todo se sana hablando, y no todas las heridas se curan en consulta. A veces, se curan en la vida misma, si te das permiso para estar, para ser, para equivocarte sin drama.
El autoconocimiento no necesita una etiqueta
Hay una tendencia actual a buscar un «nombre» para todo lo que sentimos. Pero no todo necesita ser definido con etiquetas psicológicas. No todo cansancio es depresión, no toda inquietud es ansiedad, no toda inseguridad es un trauma. A veces, es solo la vida pasando por ti, en toda su complejidad.
El deseo de entendernos es válido, pero también puede volverse una trampa si empezamos a ver síntomas donde hay humanidad. Está bien querer conocerte, crecer, mejorar. Pero no necesitas convertir cada pensamiento en objeto de análisis. Puedes simplemente observarlo, dejarlo pasar, y seguir con tu día. No todo pensamiento necesita una respuesta.
Saber esperar también es sanar
Vivimos en una cultura de la inmediatez, donde si algo duele debe resolverse ya. Pero hay cosas que se sanan con tiempo, con procesos lentos, con pausas. No todo dolor necesita ser comprendido en el momento. A veces, solo necesita ser acompañado.
La terapia puede ayudarte a ver con más claridad, pero también puedes darte tiempo para ver si lo que te pasa es algo puntual o algo que realmente te está bloqueando. Saber esperar, sin resignarse ni negar, es una forma madura de estar contigo. Confiar en tu capacidad de autoregulación es tan importante como saber pedir ayuda cuando realmente la necesitas.
Psicólogo en Valencia que también sabe decirte que estás bien
Como psicólogo en Valencia, he acompañado a personas que han llegado a consulta solo para descubrir que, en realidad, lo que necesitaban era validación, descanso o permiso para no estar bien todo el tiempo. Y eso también es parte de mi trabajo: ayudarte a distinguir entre un mal momento y una crisis emocional, entre un bache y un bloqueo, entre una duda y un síntoma.
No siempre necesitas ir al psicólogo. Pero si tienes dudas, si te sientes perdido, si no sabes si lo que te pasa es «normal» o no, aquí estoy para escucharte. A veces, basta una conversación para descubrir que ya tienes dentro lo que necesitas. Y si no lo tienes, también podemos buscarlo juntos. Con respeto, con humor, con humanidad. Porque al final, se trata de vivir. No de diseccionar cada paso que das, sino de aprender a caminar con más conciencia, más libertad y menos miedo.