Hay silencios que no son paz. Son miedo. Son rabia contenida. Son angustia acumulada tras cada grito, cada gesto de desprecio, cada control disfrazado de amor. Y es que muchas veces, cuando hablamos de violencia de género, pensamos solo en los golpes. Pero la violencia va mucho más allá. Se cuela en lo cotidiano, en lo sutil, en lo que no deja moratón pero desgarra por dentro. Romper ese silencio no es fácil, pero es posible. Y acompañar ese proceso desde la psicología es un acto de amor y respeto profundo.
Como psicólogo en Valencia, he acompañado a mujeres que han vivido historias duras, que han callado durante años y que un día decidieron que ya no más. Que su historia no se escribiría con miedo. Que su voz tenía derecho a sonar fuerte. Porque aunque la violencia de género es una realidad dolorosa, también lo es la capacidad humana de reconstruirse.
La trampa del amor que duele
Al principio, todo parece normal. Incluso bonito. Detalles, atención, intensidad. Una especie de cuento de hadas con alguien que te hace sentir especial. Pero poco a poco, esa atención se vuelve exigencia, la opinión se vuelve crítica y el amor se convierte en una forma de control. La violencia de género rara vez empieza con gritos. Empieza con silencios que incomodan, con celos disfrazados de pasión, con decisiones que ya no puedes tomar sola.
Cuando ese patrón se instala, la confusión es enorme. «¿Y si soy yo la que exagera?», «¿Y si cambia?», «¿Y si me quiere de verdad pero no sabe cómo?». La duda se convierte en una compañera constante. Y en medio de esa niebla emocional, muchas mujeres se quedan atrapadas sin saber cómo salir.
El ciclo de la violencia que desgasta
Hay algo muy perverso en la dinámica de la violencia de género: no es constante, es cíclica. Después de la tensión viene el estallido. Y luego, las disculpas. Las flores. El «no volverá a pasar». Y durante un tiempo, parece que todo mejora. Pero pronto vuelve a empezar. Y cada vez el miedo se instala un poco más, y cada vez la autoestima se rompe un poco más.
Salir de ese ciclo no es cuestión de voluntad. Es un proceso complejo, lleno de ambivalencias, de idas y venidas. Porque no solo hay miedo, también hay vínculo, hay recuerdos buenos, hay dependencia emocional y, muchas veces, económica. Por eso es tan importante el acompañamiento psicológico. Porque ayuda a poner palabras, a ordenar lo vivido, a identificar lo que no está bien aunque no tenga nombre.
El silencio social que perpetúa
Vivimos en una sociedad que aún mira hacia otro lado. Que pregunta «¿por qué no se fue antes?» en lugar de «¿qué hizo que no pudiera irse?». Que duda de la víctima, que justifica al agresor, que trivializa el control. Ese silencio social duele tanto como el privado. Porque hace sentir que estás sola, que nadie te cree, que exageras.
Como psicólogo, creo firmemente en la importancia de visibilizar estas realidades. De nombrarlas. De sacar a la luz lo que durante tanto tiempo se ha vivido en la sombra. Porque la violencia de género no es un problema de pareja. Es una forma de dominación que necesita ser desmontada desde todos los ámbitos, también desde el psicológico.
Las heridas invisibles que quedan
Cuando se habla de violencia, muchas personas piensan en lo físico. Pero hay heridas mucho más profundas que no se ven a simple vista. El miedo a expresarte, la culpa por no haberte ido antes, la vergüenza por haberlo permitido, la desconexión con tu cuerpo, la desconfianza hacia los demás. Todo eso también es violencia.
Reconocer esas heridas es fundamental para poder sanarlas. Y en terapia, cada paso cuenta. Desde atreverse a contar la historia hasta poder llorar por ella sin sentir vergüenza. Desde aprender a poner límites hasta volver a mirar a alguien sin miedo. No hay tiempos correctos. Cada mujer tiene su ritmo, su proceso, su camino de vuelta a sí misma.
Recuperar la voz, el cuerpo y la vida
Una de las cosas más dolorosas de vivir violencia de género es la pérdida de uno mismo. De tu opinión, de tu cuerpo, de tu deseo. Todo se centra en el otro, en sus necesidades, en no provocar, en evitar el conflicto. Pero llega un momento en el que algo dentro dice basta. Y ese basta puede ser el comienzo de una nueva historia.
Recuperar la voz es uno de los grandes retos del proceso terapéutico. Volver a nombrar lo que te pasa, lo que sientes, lo que quieres. Volver a decidir, a elegir, a decir que no. También recuperar el cuerpo, que muchas veces ha sido campo de batalla. Sentirse segura en la propia piel, reconocerse sin miedo ni culpa. Y, poco a poco, volver a construir una vida donde no todo sea supervivencia.
La importancia del acompañamiento profesional
Salir de una situación de violencia no es solo cambiar de casa o de pareja. Es cambiar de historia. Y eso duele. Porque implica ver cosas que antes no queríamos ver, asumir que hemos estado más vulnerables de lo que pensábamos y aceptar que necesitamos ayuda. La terapia psicológica no es un lujo, es una herramienta clave para reconstruir la identidad, la autoestima y la confianza.
En consulta trabajamos para que la persona se sienta segura, validada y comprendida. No se juzga, no se empuja, no se cuestiona. Se escucha, se acompaña y se construye. Porque cada historia merece respeto y cada mujer tiene derecho a escribir un capítulo nuevo donde el miedo ya no tenga el papel principal.
La red que sostiene el cambio
Nadie sale de la violencia sola. Por mucha fuerza que tenga, por muchas ganas de cambiar. Hace falta una red que sostenga: familia, amigas, profesionales, instituciones. Y hace falta una sociedad que deje de mirar hacia otro lado. Que no cuestione, que no se burle, que no relativice. Que entienda que el silencio también mata.
El acompañamiento psicológico forma parte de esa red. Es un lugar donde todo lo que se ha callado puede por fin decirse. Donde el dolor no es juzgado y el miedo no se minimiza. Donde se aprende a confiar de nuevo. Y donde, poco a poco, aparece algo que durante mucho tiempo pareció imposible: la esperanza.
Psicólogo en Valencia para acompañarte a romper el silencio
Si has vivido violencia de género, si estás en una relación que te hace dudar de ti, si sientes que tu voz se ha perdido, quiero que sepas que no estás sola. Desde mi consulta de psicología en Valencia, ofrezco acompañamiento profesional para mujeres que quieren salir del miedo y volver a construirse desde el respeto, la dignidad y el amor propio.
Romper el silencio es un acto valiente. Y cada paso que das hacia ti es un paso hacia una vida más libre. Porque mereces una historia diferente. Una donde seas protagonista, no víctima. Una donde el amor no duela. Y una donde, sobre todo, puedas volver a ser tú.